lunes, 18 de abril de 2016

Semana del Libro

Hola, hola. Comenzamos una semana más del curso escolar, pero no es una semana cualquiera, es la SEMANA DEL LIBRO.

Es por ello que comenzamos con las publicaciones de los textos que nos han enviado nuestros amigos. Les invitamos a que los lean.

Paqui Marrero Yanes

MI QUERIDO LIBRO

Hay quien te lee como un libro abierto, quien te cierra como un libro leído, quien te escribe como un libro en blanco, quien ha perdido el marcador, quien quería leerte pero las emociones no eran, quien te ha deshojado y depositado en una estantería o quien te ha colocado en ella como un adorno más, quien te ha roto o quemado o te ha arrojado a la basura, quien te ha traído a casa y colocado en la biblioteca, quien te ha recibido con alegría y quien lo ha hecho con cierta decepción…
Tal vez un día alguien te leerá en serio, desde la portada hasta la última página, y te traerá consigo como el don más preciado. Tú, mi libro,siempre voy amarte. 
¡Felicidades por ser tu día!

Joran Bermudez Dorta

"CIENES DE RAZONES"

Te voy a contar los motivos por los que soy feliz. Lo soy por pisar la tierra que me parió, tierra seca pero solo en apariencia porque su matriz es tan fecunda como la de una hembra veinteañera.
Soy feliz porque por más vueltas que demos por el mundo siempre puedo volver al lugar donde me espera el olor del millo recién rolado para el frangollo, el olor del agua donde han estado a remojo los garbanzos para el rancho, el olor de la vinagrera machacada con mis manos, el sabor de una rama de hinojo mientras me la chasco entre los dientes, el olor de las retamas del Teide cuando el tiempo palmero baja su olor desde la cumbre, y el olor de los guayabos cuando están empezando a madurar mientras la mosca que se me posa en la cara trae la fragancia en las patas.
Soy feliz porque siempre puedo volver al lugar donde fui el niño más dichoso que hubo, porque puedo ir a buscar agua a la fuente donde tanta veces lo hice, mojarme la cara hasta que se me duerman los cachetes con su “frior”, y echarme un buche que me encoja las tripas y me despierte del sueño en que caigo cuando me dejo atrapar por los recuerdos.
Soy feliz porque puedo agarrar de la mano a mi descendencia y correr por los canteros mientras siento bajo mis pies el chasquido de las toscas, sin miedo a caer porque ese mismo jable será el colchón para tirarnos en tardes de verano mientras vemos pasar las nubes en su correr no se sabe a dónde. Y soy feliz también porque siempre puedo regresar a un pino que destila lenta pero continuamente una gota de resina que ha sido testigo de mi vida, y que espero también lo sea de la vida del que viene detrás de mí. 
Y al hacer este repaso de las cienes de razones por las que soy feliz, me doy cuenta de que por encima de todas ellas está la fundamental y que no es otra que el imperativo de ser feliz aún a pesar de los problemas y del sufrimiento, porque en un mundo donde hay tanta desgracia y dolor no me puedo permitir ser un infeliz más, porque aquel que lo pasa mal quiere mirarme a la cara y ver un solo motivo por el que seguir viviendo. Así que tú que me lees, sé agradecido por lo que tienes, sé feliz por tener tus ojos para leer la carreta que te escribo con unas manos en las que no falta ni uno solo de mis dedos porque el horror y la barbarie están lo suficientemente lejos de aquí como para que no me hayan cercenado ni uno solo de ellos. Y sobre todo, haz lo posible para que tu hijo que te mira pueda mañana escribir alguna pamplina similar a esta y que tú la puedas leer, porque eso solo querrá decir que aún permaneces junto a él y que el terror y la maldad no lograron separarlos en mundos distintos donde la gente sufre por la injusticia y la incomprensión de su semejante. Piénsalo, y mientras reflexionas no te olvides de ser feliz.

Silvia Pérez Díaz

“HISTORIA DE UNA ABUELA”

Tuve la suerte de conocer a mis dos abuelas, una de ellas era como mi madre, vivíamos en la misma casa y estuve con ella hasta los 24 años. Voy a contar algunas cosas de mi otra abuela, que nació a finales de 1800 y vivió 93 años. Ya en su última etapa de la vida, mayor y viuda se fue a vivir con sus hijos. Cuando estaba en mi casa se pasaba el tiempo sentada. Mientras yo cosía , le gustaba hablar con las chicas que me ayudaban y con las mujeres a las que yo les hacía vestidos. Era la mayor de cuatro hermanos y su madre murió al nacer su última niña. Recordaba a su madre en la cama y decía "que se fue en sangre". A su hermana recién nacida la amamantó una tía suya que tenía un bebé. Su padre se volvió a casar, tuvo otra hija y se fue a Cuba. La madrastra al parecer no fue buena con ellos; a mi abuela que era la mayor la hacía trabajar mucho. Cuando regresó su padre de Cuba se separó de aquella mujer y con 11 años mi abuela se hizo cargo de la casa y de sus hermanos. Me contaba cómo iba a buscar agua a la fuentes del monte con una lata a la cabeza, cómo iba a lavar a los charcos de Amorín, cómo hacía los potajes de coles para sus hermanos, etc. Su padre se volvió a Cuba y quedaron los cuatro hermanos solos . Se fue convirtiendo en una jovencita y su padre le mandaba algo de dinero para que vivieran. Su casa no tenía muebles y cuando consiguió ahorrar unas pesetas compró seis sillas de medallón y un espejo para la sala. Se reía al contar que "era tanto lo que se miraban ella y sus hermanas en el espejo que como el piso era de tierra hicieron un hoyo delante". En aquellos tiempos para ir a misa, las mujeres tenían que ponerse un velo en la cabeza y ellas no tenían. Cuando pudo reunir algo de dinero(creo recordar que con alguna papas que pudo vender) compró dos para sus hermanas y mucho tiempo después se pudo comprar uno para ella, eso sí, más grande y más bonito. Me contaba que cuando pasó el cometa Halley, era tan grande que la gente decía que cuando la cola rozara la tierra sería el fin del mundo. La noche que creían la última, se fueron a casa de los tíos y se reunieron todos por fuera, para morir juntos. Cuando vieron que pasaban las horas y todo seguía igual se fueron a acostar. Me recordaba sonriendo pícaramente que "muchas parejas pensando que se terminaba el mundo echaron una canita al aire". También me hablaba de los bailes de La Quebrada, de lo que se divertían, de los cantos , etc. Ella no sabía cantar, pero bailaba muy bien y con más de ochenta años , si escuchaba unas folias se levantaba a bailar. De ella aprendí yo , aunque nunca a hacerlo tan bien. Me contaba cómo eran los pocos vestidos que tuvo y cómo se peinaba. Era pequeñita pero “bien puesta” y a pesar de tener tantos años procuraba estar muy arreglada. Siempre fue muy trabajadora, de niña de joven y de casada, siempre pobre pero con un gran apego a la vida. Trabajó tanto y en unas condiciones tan duras que a pesar de su vitalidad y su optimismo ,solía decir: "si me dijeran que volviera a nacer y tener la misma vida, les diría que no".

Este es mi pequeño homenaje a las abuelas, a esas mujeres que son madres por partida doble, que están ahí, que nos escuchan, que nos cuidan, que nos aconsejan, que nos miman y a las que les gusta contarnos sus historias y su vida.

Lorena Martín

"SOLO UN SUEÑO"

Gotas de sudor frío caían por mi cara. Mis ojos intentaban enfocar lo que había delante de mí pero en ningún momento dieron una respuesta a mis preguntas. ¿Qué había entre los árboles? Sentía que llevaba horas corriendo en círculos en aquel bosque en el que no había más que el espíritu de mis dudas. La noche había caído y traía consigo una espesa niebla que se tornaba gris azulada cuando le llegaban los reflejos de la luna. Había acudido a aquel lugar sin saber cómo. Todo lo que sabía es que ahora no había salida.
No me paré en ningún momento. Mis piernas cada vez tenían menos fuerza y se quebraban cada vez más, proporcionándome poca estabilidad. Quería salir de aquel lugar. Cada vez estaba más oscuro. Sentía que alguien estaba observándome desde alguno de aquellos altísimos árboles y riéndose de mi torpeza, y eso me ponía frenética.
Aún ahora sigo preguntándome cómo fui capaz de vislumbrar aquella luz entre los árboles. Se movía a una velocidad considerable pero era bastante borrosa. Mi instinto me decía que huyera, pero mi mente aseguraba que habría una salida si seguía aquella luz amarilla. Y eso fue lo que hice. Me abrí paso entre los troncos y puse rumbo a aquella brillante luz que cada vez era más grande. Me sorprendí cuando me vi en el borde de una carretera, dejando el bosque atrás, pero la luz había desaparecido. Sería algún coche, pensé. Caminé por el asfalto lentamente, algo más relajada, pero poco tardó en volver el pánico a mí. Aquella luz que iluminaba vagamente mi camino entre los árboles ahora cegaba mis ojos. Y se acercaba a toda prisa. Y emitía un sonido ensordecedor. Como la bocina de un camión. Llevé mis manos sobre los ojos para proyectar algo de sombra y poder así visualizar un camino fuera de aquella carretera pero ya era tarde. Estaba demasiado cerca.
Me desperté empapada en sudor en mitad de la carretera a altas horas de la madrugada. Toqué el asiento de mi coche y me tranquilizó saber que todo seguía igual. Estaba a salvo. Todo había sido fruto del agotamiento por el largo trayecto de cuatro horas que estaba haciendo para llegar a Texas a la mañana siguiente y de lo poco que me gustaba ir por carreteras interestatales casi vacías. Solo había sido un sueño.

Corina Brr

"DICE MI ABUELA"

Me pregunto acerca de demasiadas cosas, dice mi abuela, pero a continuación añade que eso no es malo. 
Dice mi abuela que nunca me perderé, que seguramente realice el trayecto más largo, eso sí, por pensar tanto, y el más doloroso también. Lo dice un poco con resignación, mientras se lleva la taza de café a los labios. Me parece muy lista, mi abuela, que habla demasiado y nunca elige el camino corto. Y así, con muchas palabras y miradas certeras, reconoce ella a cada uno de sus nietos en aquello que nadie más ve.
Y de pronto te sorprende , en mitad del arroz con leche de agosto, porque sabe que no perteneces ya al lugar que ocupas esos días y que las generaciones de sangre de una misma sangre sólo producen lazos fugaces y momentánea complicidad.
Hoy que quisiera saber por qué suceden las cosas, hoy que resulta que mis preguntas se me antojan una estupidez, hoy que he decidido dejar de mirarme el ombligo a todas horas y detenerme en la redondez de las cosas sin buscar aristas; hoy…. Hoy han llamado para contarme que ya no tengo abuela. Y pienso en lo ridículo de que sólo tener permita ser y no puedo pensarlo mucho porque según lo hago su rostro se me borra y eso sí que no.
Para que no se pierda, para que mi abuela no se vuele sin remedio y vaya a parar a ese limbo que no es de los curas sino otro, tal vez más terrible incluso, invoco ciertos olores que marquen el sendero que habrá de llevarla donde ella decida-en línea recta, sospecho- sin más compañía que la de un buen libro.
Hoy vuelo tranquila entre estas nubes tan negras y si hay turbulencias, no pienso inquietarme “ni esto”. A ella, que hubiera querido protegerme de tantas cosas, debe gustarle guiar este viaje, cuidarme en mi camino a su despedida.

Marta Martínez

DE LA MANO

Amanece serenando; asomada a la puerta de su casa observa el paisaje . Algún que otro coche ha pasado tan lentamente que no ha perturbado la paz del lugar. Huele a hinojo y a tierra mojada, se escucha el canto de los pájaros y, a lo lejos, el ladrido de un perro y a una dispuesta vecina , que grita a su esposo que se marcha, que le ha dejado un agua preparada y que se la tome, y a toda prisa baja la montaña para ir a coger la guagua. En el pueblo , a ciertas horas, todo se escucha como si sucediera a su lado. Mientras ella que ya ha terminado sus tareas matutinas se prepara para ir a la calle. Gorros, chaquetas y bufandas para abrigar al niño y a la madre. Agarrada de la mano de su retoño le llegan recuerdos que nada tienen que ver con el pequeño, como aquellas veces en las que un antiguo amor jugueteó con sus dedos y provocó un peculiar chasquido con sus uñas; es el mismo sonido que el niño descubre a la vez que ella sujeta sus manos abstraída en sus pensamientos. Los enamorados igualmente pasean de la mano depositando toda su confianza uno en el otro, entretanto el niño comienza a dar sus primeros pasos. Paseos que han terminado en desapego y abandono. Momentos felices seguidos de decepción y desengaño. Ella consciente de que sus extremidades son testigos y cómplices de todo lo que acontece en sus vidas, observa sus manos, las mismas que no hace tanto eran rollizas, suaves e inocentes y ahora están dañadas y desgastadas, por su forma de ser o por el paso del tiempo, si las toca un escalofrío recorre su cuerpo. Se aturde, se pregunta si algo habrá hecho mal, si será culpa suya, si todo lo ha suscitado su exigencia y desasosiego. En lo más profundo de su ser desea que no sea cierto. De repente, por un traspiés del pequeño, siente un fuerte tirón de su brazo que la devuelve al presente. Se ríe , cae en la cuenta de que lo que ha estado pensando no son más que cosas intrascendentes y que se le ha hecho muy corto el recorrido andado. Se detiene, lo mira, le sonríe, le aprieta sin hacerle daño y continúa feliz porque le espera mucho camino a su lado.

Carmen Cruz Gómez Reyes

“MISPLIS“ 

En el siglo XIX, existió un hotel en Güímar llamado “El Buen Retiro”, en dicho hotel se hospedaba una dama inglesa, la cual dejó varias anécdotas en el pueblo que aún hoy se recuerdan.
A esta dama, todos la llamaban Misplis. Era conocida por todos, porque llamaba la atención. Solía pasear casi todos los días por el centro del pueblo con un perrito, una sombrilla y luciendo vestidos vaporosos. La gente, al verla, la saludaba con un …”¡Adiós madam!.
Ella, muy coqueta, respondía:
-No, no, madam no…. I am miss,...miss…, please!.
Ellos entendían que lo que la inglesa quería decir era que se llamaba Misplis. Así que desde ese momentos, todos al verla la saludaban con:
-Adios , Misplis. 
O decían…”por ahí va Missplis…”.
Por aquel entonces, en Güímar, sólo existía un comercio, estaba enfrente del Convento de Santo Domingo. Al dueño lo llamaban “Don Juan Bueno”.
A veces, ella entraba y preguntaba:
-Has you got butter cookies?
- No sé…no sé… a ver… Creo que por aquí tenía unas galletas que vienen del extranjero…,en la caja pone.. “patycaky”. Pruebe, Pruebe….verá que buenas…!
La inglesa las probaba y decía:
- It´s true!….It´s true!.
Y se marchaba dejando al dueño del comercio desconcertado.
“It´s true!” quiere decir :¡ es cierto!. Pero como no compraba y se marchaba; todos entendían que las galletas estaban malas.
Desde entonces quedó como “un dicho” por el pueblo.
Yo recuerdo oírle a mi abuela decir cuando algo estaba mal…: “como decía Misplis,… esto está tru!.”
De estas anécdotas, podemos sacar la siguiente reflexión:
“Hay que aprender idiomas, para que no nos pase lo mismo que les sucedió a nuestros antepasados güimareros”. 

Muchas gracias a tod@s por participar. Sin duda, artistas como la copa de un pino. Seguiremos publicando textos tan maravillosos e increíbles como estos. 

Saludos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario